Por estos días vimos múltiples comentarios, varios de ellos calificados, que apoyan o se oponen a la refinanciación instrumentada para salir del default.
Para algunos ese camino es un mal trago necesario para permitir el arribo de capitales de inversión a la economía real mientras que, para otros, solo implica volver a un festival de endeudamiento, que trajo malas consecuencias hace apenas un cuarto de siglo.
Claro está que el trasfondo del debate, antes que dirimir cuestiones teóricas o técnicas, se refiere a la tradicional puja de intereses que esbozan sus detractores o defensores.
Así que abundar en demasía sobre los pros y contras carece de efectos prácticos y concretos. Solo convendría tener en cuenta que si los operadores financieros están contentos es porque hicieron, y piensan hacer, buenos negocios con la deuda argentina privada y pública percibiendo en promedio el 7% de interés por ella, mientras que lograban cero por ciento por bonos japoneses o tasa negativas por invertir en deuda alemana.
Por otro lado, es cierto que todos los países toman préstamos en los mercados tanto para realizar inversiones productivas como así también para financiar sus excesos de gastos.
Así que “nada es veneno, todo es veneno la cuestión es la dosis diría Paracelso”.
Para empezar, y en el caso argentino, se pagarán u$s1.300 millones por año, lo cual representa el valor de 3.250.000 salarios mínimos vitales y móviles en concepto de intereses.
Dentro de esta realidad, existe consenso al pensar que las cosas en parte saldrán bien o mal según los límites que se ponga para endeudarse y, de nuevo, a que se dirigirá el dinero obtenido.
En otras palabras el tiempo dirá si se mantuvo la conducta histórica de gastar más de lo que se produce o, por un buen camino, nos se decide a llevar fondos a las actividades productivas y los emprendimientos de punta.
Pero la duda flota entre muchas personas de a pié, que intuyen la inevitabilidad de pagar aquello que comprometieron diputados y senadores por abrumadora mayoría pero también temen, y tal vez en algún costado desean, un nuevo festival de deuda que rememore el “deme dos” de los años ’90.
El tiempo dirá. Y lo concreto al día de hoy es que se abrieron las ventanillas de los bancos globales para pedir préstamos y , además de la Nación, las provincias y empresas privadas hacen fila frente a las cajas. En ese sentido se puede estimar que las nuevas emisiones de deuda provinciales y privadas superaran los u$s8.000 millones solo este año.
Y en la lista de largada se encuentran:
Pampa Energía: Esta empresa productora de energía piensa emitir u$s400 millones en bonos destinados a financiar la compra de la filial local de Petrobras y, además, se propone pagar solo un 0,5% anual por encima de la tasa de los bonos soberanos.
Nextel Comunicaciones Argentina SRL —recientemente adquirida por el grupo Clarín— esperaría colocar en el mercado cerca de u$s300 millones en bonos para desarrollar sus proyectos de telefonía móvil.
Por su lado la Ciudad de Buenos Aires también está a la búsqueda de préstamos por los cuales podría pagar menor tasa, incluso que la deuda soberana nacional, atento a que las cuentas fiscales de la ciudad lucen mejor que las de todo el país y ,por ende, la percepción de riesgo es más favorable.
Mendoza: La provincia contrato al Crédito Suisse Group AG para organizar una emisión de bonos en dólares por alrededor de u$s500 millones de mínima.
Entre Ríos, Neuquén y Chubut: también esperan poder financiarse en el exterior según comentó Carlos Aszpis, de Schweber Securities SA.
¿Por qué resulta importante para el inversor u ahorrista tomar en cuenta estos datos de la realidad?. Debido a que pueden impactar en el valor de su portafolio de inversión porque las últimas alzas en los precios de los bonos argentinos tienen directa relación con la “euforia” de los operadores y sus perspectivas de mayores ganancias por la salida del default.
Y ese estado de satisfacción se moverá, en un sentido u otro, en los próximos meses de acuerdo a tres núcleos centrales.
1. cómo evolucione la economía local: un achique del déficit fiscal y baja de la inflación, entre otros datos macro, mejorarán la calificación internacional de los bonos y por tanto sus precios. Y lo contrario podría afectar las cotizaciones dificultando además a los grandes fondos de inversión el comprar y mantener en cartera esos activos lo cual achicaría la demanda sobre los activos locales.
2. el marco internacional: actualmente los ruidos negativos del contexto internacional son más o menos conocidos. Sin embargo una mala noticia inesperada en el ámbito global podría llevar a los siempre temerosos capitales globales a reducir su apetito de riesgo y , por tanto, abandonar posiciones en países “de frontera” o “emergentes” con consecuencias negativas para el valor de los títulos locales.
3. Probablemente podría producirse una baja en los rendimientos y aumentos en los precios en los próximos doce meses si, como se espera, Argentina abandone su calificación de “país fronterizo” para el mercado financiero global y pase a “emergente” en el índice MSCI.
Por todo lo expuesto hasta aquí estaría para pensar en tomar ganancias de aquellos bonos del portafolio que subieron consistentemente y pasarse a otros de más largo plazo, que prometan mayores rendimientos.
Porque si ocurren las alternativas del escenario positivo las ganancias podrían ser mayores sobre todo durante los próximos tres años y, si las cosas viene más difíciles, el inversor verá reducidas las oportunidades de trading pero mantendrá intactas sus expectativas de rentabilidad si espera al vencimiento del título en cuestión