por Gabriel Holand
Seguramente una vez que se libere el cepo coexistirán diversas formas de medir el poder adquisitivo de la moneda nacional versus la divisa norteamericana un tema que, hoy por hoy, atrae la atención. Por ejemplo podríamos compararlo con el precio de la carne que- según el carnicero del barrio- aumentó 70% “al mostrador” durante los últimos 90 días. O tal vez medirlo contra el aire y luz -y poco más- que encontrarán aquellos que abran las puertas del tesoro del BCRA durante esa jornada inquietante.
Pero en general solemos hacer ese cálculo pensando cuantos billetes de nuestra divisa se necesitarán para comprar una unidad del dólar estadounidense justo antes del fin de semana, elucubrando un acertijo que moviliza distintas opiniones y riesgosos pronósticos dignos de un adivino y también, justo es decirlo, de muchos argentinos.
Y semejante ansiedad es comprensible porque la divisa verde tiene en nuestro país más seguidores que el fútbol toda vez que la vieja estrategia de “des dolarizar” las inversiones financieras parece que terminó “des dolarizando” las reservas nacionales.
Claramente la importancia del valor del billete radica en que su variación contra el peso impacta directamente en el poder de compra de todos nosotros.
Y esa es una clave. Prat Gay asume con la imperiosa necesidad de evitar la disparada sin techo en la cotización del blue por el inmediato impacto en la canasta familiar que ello conllevaría tanto como la merma en el consumo general. A la vez importa que exista un plan que la mayoría logremos creer ya que, en otras palabras, ¿quién venderá dólares a , por ejemplo , 15 pesos si la “sensación” fuera que de aquí a poco valdrá 18 o 20?.
Y todo ello en un contexto internacional en el cual en Brasil -nuestro principal socio comercial- es más competitivo ya que la divisa estadounidense creció 68,5% en el último año -según el diario O Globo- y a la vez EE.UU. amaga subir la tasa de interés en los próximos lo cual fortalecerá aún más su moneda y el flujo de capitales de inversión hacia el país del norte.
Sin embargo, y en este contexto de alta incertidumbre, algunas cosas podría asegurarse por estas horas. El cepo se liberará en estos días, creo en forma gradual y condicionando el flujo al ingreso de divisas algo que suena muy razonable ya que las reservas están muy dañadas y, obvio, nadie puede entregar lo que no tiene.
Incluso se venderá algo de dólar ahorro pero al precio de mercado. Eso quiere decir que difícilmente continúe su existencia la bicicleta de “comprar al oficial y vender al paralelo” que costó ya varios miles de millones de dólares de reservas esfumadas.
Y los dólares que lleguen, cuando y si, se destinarán a pagar importaciones entre ellas la de combustible tratando de mitigar odiosos y enfurecedores apagones de verano.
Mientras tanto los importadores que quieran pagar a sus proveedores tanto como las multinacionales que deseen repatriar dividendos probablemente serán provistas de un vistoso bono de deuda lo cual, dicho sea de paso, siempre resultó buen negocio para quienes tuvieran espaldas financieras para aguantar la espera.
Bajo las hipótesis mencionadas existe cierto consenso en las adivinanzas de precios circulantes relativo a que la moneda de EE.UU. cotizará el lunes 14 de diciembre cercana al contado con liquidación como piso. Claro que inmediatamente los grandes operadores testearán ese valor tratando de aumentarlo aún más.
Para el inversor algunas claves pasan por entender que si el INDEC sincera sus números gestión Todesca de por mediolos bonos ajustables con cláusula CER tendrían muy buenas perspectivas.
En cuanto a las inversiones en pesos, y ante un escenario de inflación creciente, lo más atractivo parecería manejar una cartera de vencimientos escalonados de manera de aprovechar potenciales alzas de tipos de interés en el transcurso de las próximas semanas. Y también mirar aquellos bonos que ajustan por tasa LEBAC.