por Gabriel Holand
En relación a la disputa con los Holdouts (fondos buitre) se discute actualmente la posibilidad de arribar en el peor de los casos a un default “administrado” figura que, al menos para este columnista, suena algo rara y que abre profundos interrogantes.
Porque daría la sensación que existen quienes, ante el riesgo de un Tsunami, se sienten capaces de enumerar cual sería el tamaño de los daños que ocasionaría casi en forma a milimétrica.
Es decir sugieren conocer lo desconocido. Impensable.
Otros se rasgan las vestiduras y reclaman, a veces con manifiesta impericia, por qué los usureros se comportan como tales.
Como si su conducta resultara novedosa o la sanción moral de algunos foros de opinión prestigiosos permitiera evitar el pago a que nos obliga un fallo adverso que, además, confirma en diversas instancias un tribunal que elige nuestro país desde hace años, y también hoy (vale aclararlo), para dirimir ciertas cuestiones financieras.
Por último se escucha a algunos que parecen regodearse con la situación y repiten un “te lo dije” como si hablaran del país de otros, en vez de aquel en el cual viven junto a sus familias y que, aunque ellos no tengan problemas económicos, difícilmente escapen a los daños que afectarían a nuestra Nación al caerse aún más del mundo financiero global.
Dicho de otro modo cuando un acreedor deja de percibir en tiempo y forma su dinero, el efecto dominó y los daños colaterales que puede dispararse en estos tiempos de globalización resultan prácticamente imposibles de acotar hasta que los hechos sucedan.
Sin embargo parecería que distintos operadores creen que se pueden contabilizar los eventuales vidrios rotos por anticipado.
Quizás porque creen que “un paso antes del desastre” (en términos que en la jerga legal norteamericana suena a veces) se llegará a una solución. O que el gobierno argentino, como si tuviera una alternativa mágica más allá de poner los fondos a disposición de los acreedores como ya se hizo, finalmente transará por cualquier medio con los demandantes.
Claro que todos los jugadores de mercado-más grandes o de menor escala- son apostadores: es decir arriesgan su dinero a la moneda en el aire. Por eso a veces resulta desalentador pensar que los deseos siempre se convierten en realidad.
Así que como resumen conviene destacar que, según estas líneas de pensamiento, un default, se lo llame del modo que se quiera traería consecuencias desconocidas, negativas, y cuyo impacto resulta muy difícil mensurar de antemano.
Por ello estas alturas de los acontecimientos tal vez sea momento de cerrar todas aquellas escotillas que fuera posible, mientras que o tomar medidas para que los daños impacten lo menor posible nuestras inversiones.
¿Qué esperar?
Conviene recordar que la economía funciona en base a expectativas.
Y en un ambiente de poca confianza como el actual se genera abstención de compras por parte de personas y empresas, luego suspensiones de personal y casi total ausencia de nuevos proyectos de inversión.
Por tanto el bajo o negativo crecimiento de la economía representa una certeza para el corriente año, también lo es la inflación que se genera ante un déficit fiscal de más de 150 mil millones de pesos, mientras se confirman las suspensiones de mano de obra y consecuente caída en el consumo.
Entonces un impago de la deuda, aún por pocas semanas o meses, seguro que para nada mejorará la situación de la economía y finanzas descritas.
Más aún. Una solución con los Holdouts, por si misma, tampoco mejorarían los problemas existentes.
Las oportunidades financieras
Para algunos jugadores de alto riesgo la volatilidad actual de mercado es un campo fértil para obtener ganancias de trading rápidas.
Por ejemplo hace unos días la acción de YPF en la misma rueda de mercado abrió a USS 37,8 para bajar a USS 36,13, volvió a subir hasta tocar USS37, 7 luego baja 36,2 y cerró en 36,91.
Todo ello generó una variación intradiaria, según de qué lado se estuviera, de -4,5%, +4, 5,-3,98%+1,96%.
Esto quiere decir, en una comparación bastante sesgada por cierto, que quien acertara en los movimientos podría ganar en horas una renta similar a casi 1/3 de la TIR que ofrecen los Bonar X a vencer recién en 2017.
En similar sentido se escuchan opiniones acerca que, aun en este escenario, los títulos dela deuda soberana e incluso algunas provinciales están baratas. Y ellos surgirían al comparar el precio de mercado al que se puede adquirir actualmente versus el valor que pagarían a su vencimiento.
Sin embargo los pesimistas en extremo, que creen que una situación muy compleja en nuestro mercado financiero pudiera existir en el corto plazo, recuerdan que otros default o renegociaciones de deuda soberana, incluso argentina, se aplicó una quita o desagio al activo financiero manera tal que lo que podía valer 60 0 70 centavos de dólar se renegoció una valor de 30 centavos o menos.
Y semejante situación, expuesta solo como ejemplo, existió en diversos países del mundo.
Para completar el panorama, y por si las conjeturas fueran pocas, se señaló con énfasis que pese a la volatilidad grandes “ inversores del exterior” compraron títulos de la deuda soberana de nuestro país debido a que confían en que finalmente se llegue a un arreglo.
Pero conviene recordar que cualquier Fondo de Inversión Global, cuyo objetivo sea precisamente operar en mercados altamente especulativo, podría adquirir entre el 3/5 % de sus recursos en deuda gubernamental de países como el nuestro.
Y ese porcentaje que para la empresa financiera puede significar apenas algunas decenas de millones de dólares resultan sin embargo suficientes para mover la aguja de nuestro mercado con sus bajos volúmenes de transacciones actuales.
Por tanto a los menos osados que se encuentren alejados de la adrenalina le conviene recordar que en tiempos de crisis, el “efectivo es Rey” ya que, mientras el dinero está en juego se puede ganar o perder, pero solo con liquidez un potencial efecto crítico puede llegar a ser neutralizado.
Así que las alternativas quedan explícitas. Y ante ellas seguramente algunos elijen la seguridad total del efectivo mientras que, tal vez los menos, se jueguen todo por todo a un arreglo que les permita jugosas ganancias por mejoras en los precios de los activos locales.
Sin embargo los moderados probablemente combinen jugar algunas fichas al arreglo y otras al “clan caja” protector.
Publicado en DiarioBAE.com