por Gabriel Holand
Así que parece un buen momento para emprender una negociación, en los hechos y más allá de la retórica que se quiera usar, con los tenedores del 7% de la deuda defaulteada en el año 2005 que, aunque minúscula en proporción a los acuerdos alcanzados en ese entonces, parece traernos más problemas a los argentinos que a los tenedores de esa deuda impaga.
Y, si existen quienes dudan de la conveniencia de sentarse y tratar de arreglar el entuerto con algunos títulos de deuda a largo plazo, conviene recordar algunos temas centrales que afectan directamente a la economía nacional y, luego, a las finanzas.
En primer lugar que resulta vital mantener el nivel de empleo y consumo. Y en ese punto el tipo de cambio que se logre influye directamente.
Luego, para conseguir que entren dólares, existen hasta ahora dos caminos que se conocen: atraer inversiones o devaluar.
Devaluar reduce el salario real y por ende, la demanda, con lo cual al final del día el problema es el mismo.
Entonces el camino alternativo es conseguir inversiones a la mejor tasa posible. Y para ello, huelga decirlo, se hace necesario negociar con quienes hoy son la pesadilla: los fondos buitre.
Y esto, para quien escribe estas líneas, es más una cuestión de necesidad imperiosa antes que de sesgo ideológico.
Si ese trayecto fuese el que se iniciara, el camino para conseguir dinero fresco sería probablemente menos difícil.
Por el contrario, si el obstáculo no se allana, se abren un juego de posibilidades con final incierto.
Semejante evolución parece similar al de una persona enferma. Si la atiende rápido existen chances de mejorarla pero, si en cambio, la infección se expande y son múltiples los frentes a atacar entonces los riesgos son muchos mayores y pueden volverse incontrolables.
En este caso léase como el potencial efecto combinado de: caída en el nivel de actividad económica y empleo, reservas monetarias débiles, dificultades para importar insumos y potencial corrida contra el billete.
Si, por el contrario, se ponen paños fríos el panorama puede empezar a despejarse.
Y si ello sucediera, se negociara aún a mediano plazo, miraría con mucha atención papeles como YPF o TENARIS, por ejemplo.
Para entender esto último es vital mirar la evolución de las medidas concretas que se tomen. Mucho, pero mucho más, que escuchar las palabras que se digan.
Tal vez sea una expresión de deseo pero, a la medianoche del día lunes, me siento menos peor que esta mañana, y con alguna expectativa.