“SEGURO DE DESIGUALDAD”: ¿UNA SOLUCIÓN VIABLE A LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO?

por Gabriel Holand

Un análisis que publicó Citigroup hace un tiempo indicaba que la concentración de la riqueza en los EEUU era tal que ameritaba enfocar los negocios sobre todo en el segmento más rico de la población. Porque, sostuvo el grupo económico, el 10%  de los americanos del norte concentraban el 43% del ingreso nacional y detentaban el 57% de la riqueza de ese país.

Probablemente  Thomas Piketty, autor del libro  “El Capital en el siglo XXI”, tomo alguna información en ese sentido para  poner foco en el  problema del aumento de la desigualdad económica global.

Y ello aunque, como admite Piketty, su propuesta – un impuesto global progresivo sobre el capital (o riqueza) – “requeriría un nivel de cooperación internacional muy alta y, sin duda, poco realista. ”

Aun así quedó claro en la obra del autor, y en otras anteriores a esta,  que la mayor preocupación de los responsables políticos de todo el mundo sería la prevención de desastres tales como  un posible retorno a niveles de desigualdad no visto desde el período que abarcó los finales del siglo XIX y el inicio del siglo XX.

Porque en dicho escenario una pequeña minoría se convertiría en súper ricos, debido, en su mayoría, no a una mayor inteligencia o esfuerzo, sino fundamentalmente a que las fuerzas económicas redistribuyen caprichosamente los ingresos.

Y por otra vereda, aunque con similares objetivos, transitó la obra  “El nuevo orden financiero: el riesgo en el siglo XXI”, que escribió el prestigioso economista Robert J. Shiller y en la cual propuso ya un “seguro desigualdad” como una manera de evitar el desastre que devendría a la economía del mundo por la agudización en la inequidad distributiva.

Es decir que Shiller plantea es hacer frente al riesgo de la desigualdad antes de que sea mucho peor y cree una poderosa nueva clase de ricos que tengan derecho a utilizan su poder para consolidar más y más sus ganancias.

Lo que subyace a dichos planes es la idea de que hasta cierto grado, la desigualdad es económicamente sana. La posibilidad de llegar a ser rico conduce claramente a muchas personas a trabajar duro. Pero la desigualdad masiva es intolerable.

Por supuesto, no hay ninguna garantía de que un plan de seguro de desigualdad se llevara, llegado el caso de su ejecución, efectivamente a cabo por parte de los gobiernos. Pero es seguro que sería más factible seguir esos planes si ya están legislados, y si se llevaran a cabo gradualmente de acuerdo con una fórmula conocida de antemano, que pretender que se ejecute de repente una solución novedosa y revolucionaria respecto de la práctica anterior.

Para ser realmente eficaz, el aumento de impuestos sobre el patrimonio de los más ricos, por ejemplo,- tendría que incluir un componente global; de lo contrario, los poderosos podrían simplemente emigrar a cualquier país que tuviese las tasas impositivas más bajas. Y la impopularidad de los impuestos sobre el patrimonio ha obstaculizado la cooperación global. Por ejemplo Finlandia tenía un buen impuesto sobre el patrimonio, pero lo dejó caer. Así lo hicieron también Austria, Dinamarca, Alemania, Suecia y España.

El aumento de impuestos sobre el patrimonio ahora, como propuso Piketty, podría ser considerado como injusto por algunos, porque ello equivaldría a imponer un impuesto retroactivo sobre el trabajo llevado a cabo en el pasado para acumular esa riqueza –una suerte de cambio en las reglas del juego después de que el juego ha terminado. Las personas mayores que trabajaron duro para acumular riqueza podrían considerarlo como un impuesto a su prudencia y previsión: si se les hubiera dicho que el impuesto iba a venir, tal vez no hubieran ahorrado tanto y hubiesen consumido más como todo el mundo.

Lo cierto es que, de una manera u otra, la desigualdad en la distribución de la riqueza global adquirió un perfil suficientemente injusto, sobre todo durante los últimos 40 años, como para que desde los mismos centros del poder se pregunten cómo hacer para surfear la ola sin perder privilegios.

 

Publicado en DiarioBAE.

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