Tanto los reiterados problemas financieros que muestra EEUU para acordar internamente el límite de gastos fiscales y endeudamiento, como así también la crisis europea, en pleno auge aunque con maquillaje, muestran las debilidades de las monedas y las economías de los países industrializados.
Por otro lado, y mientras ello sucede, China mantiene su nivel de crecimiento, solvencia, y solidez comercial tanto como productiva.
Por ello, y en principio, las falencias de los grandes de occidente representan una oportunidad sin precedentes para que China logre atraer nuevos inversores que quieran diversificar sus portafolios.
Y por esas mismas razones la divisa de la potencia asiática, el renminbi o yuan, gana posibilidades de constituirse en moneda de reserva de valor para los bancos centrales del mundo.
Entonces, con esa conjugación de factores, el gobierno chino puede reforzar su presencia en los mercados de capitales globales y convertirse en emisor de deuda soberana con alcance global.
Del dicho al hecho
Hasta aquí, en teoría, el camino parece allanarse. Sin embargo resulta importante conocer cuáles son las amenazas que enfrenta el Tigre asiático en su derrotero.
Porque las debilidades de su sistema financiero, paradójicamente, resultan bastante similares a las que enfrentan tanto EEUU como la UE.
Y las mismas fundamentalmente se refieren a que sus grandes bancos, al igual que los occidentales, tienen pocos incentivos para desarrollar una estrategia de préstamos mesurada y conforme a las buenas prácticas crediticias de atomización de riesgos y atención a la solvencia de sus clientes.
Más aún. Conviene recordar que el estado tiene activa presencia en muchas de las grandes empresas financieras privadas y que su política tiende a subsidiar el crédito y soportar las pérdidas. Es decir parecería una especie de socialización de quebrantos que tanto conocimos por estas pampas.
Y diversos intereses, según se desprende de los comentarios que realiza Simón Johnson en la nota que publica Proyect Syndicate, refuerzan su poder de lobby para lograr que las empresas bancarias chinas profundicen su alcance global con normas y requerimientos de capital bastante laxos y livianos lo cual, al igual que en la historia reciente de occidente, podría generar una nueva amenaza de crisis sistémica financiera global a mediano plazo.
Vale aclarar que China hasta ahora mantiene un control férreo sobre las políticas crediticias porque le resulta una herramienta útil para distribuir los recursos según las necesidades de crecimiento del país.
Sin embargo buena parte de la nueva élite gobernante desea constituir a China como líder de los mercados financieros globales.
Y ese objetivo totalmente razonable acarrea grandes riesgos si se olvidan algunos cuidados básicos como, centralmente, la adecuada capitalización de los bancos de manera que la cartera de préstamos en curso se encuentre razonablemente respaldada por el patrimonio de la entidad financiera.
Y buen ejemplo de los desastrosos resultados que se producen en esos casos pueden darlo, entre otros, Islandia tanto como Suiza y EEUU o la misma Inglaterra.
En pocas palabras mientras todo marcha bien se mira a los futuros negocios y nada más. Pero cuando llegan los problemas de morosidad en las carteras, si los bancos carecen de suficiente patrimonio para absorber las pérdidas, es el estado con el dinero de los ciudadanos quien termina pagando la factura de la fiesta.
Por ello toma importancia para los inversores seguir de cerca la evolución global de los bancos chinos.
Y conocer en cada caso si los mismos son sucursales de sus casas matrices en China, lo cual implica en principio cierto compromiso estatal en su solvencia, o si por el contrario se conforman como simples filiales independientes que responden solamente con el patrimonio que detenten en el país en el cual se asienten.
Y ello aunque, también es cierto, durante el “corralito” en nuestro país semejante diferencia trajera pocos resultados prácticos ya que los incumplimientos con los ahorristas para nada distinguieron entre bancos locales y extranjeros.
Pero, quizás, la historia deje alguna enseñanza al respecto.