por Gabriel Holand
“No creo que Europa vaya a experimentar una deflación a la japonesa, pero esperamos una inflación baja durante un largo período de tiempo” […] “En principio, incluso, podríamos recortar más la tasa de interés” […] ”[el recorte en el precio del dinero] debería facilitar la llegada del crédito a pymes y a hogares” […]
Con ese extenso párrafo que reprodujeron diversos medios financieros del mundo el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, justificó el inesperado recorte en los tipos de interés que aplicó esa entidad seis años después de estallar la crisis de Lehman Brother´s que sumió al mundo en la peor crisis económica desde el año 1930.
Por cierto puede decirse que se acordó un poco tarde.
Y la medida, que se aprobó solo por mayoría y sin alcanzar la unanimidad del Consejo directivo del ente rector, se adoptó casi una semana después de conocerse la baja al 0,7% de la inflación de la Zona Euro de octubre —desde el 1,1% de septiembre—, su nivel mínimo desde el año 2009.
Por lo tanto, y para decirlo claramente, los europeos achican el costo de fondos que proveen los bancos públicos porque temen la llegada de la deflación. Es decir a una caída generalizada del nivel de precios -afecta a bienes, salarios, recaudación impositiva, crecimiento del producto bruto- muy difícil de combatir.
Por eso, y aunque Europa aún se encuentra lejos de dicha situación, el BCE empieza a preocuparse por lo cual, contra todo pronóstico, rebajó el costo financiero oficial aún sin el acuerdo unánime de sus miembros.
Por supuesto Alemania, se dice, estuvo en contra de tal medida porque se opone a apoyar mejores salarios, o más consumo en los países del ex este europeo, lo cual puede representar riesgos de inflación para la UE
¿Más vale tarde que nunca?
De alguna manera semejante movimiento implicó reconocer el fracaso de las medidas brutales de ajuste que implementaron los líderes comunitarios con los alemanes a la cabeza -y que tanto afectaron el nivel de empleo y crecimiento de países como Grecia, España y Portugal entre otros- redundante en mayor concentración de ingresos y riquezas en pocas manos.
Sobre todo al tener en cuenta que su par en la liga de “pesos pesados” globales, es decir el banco central norteamericano la FED, rebajó las tasas de interés oficiales hace ya seis años y con ello logró paliar el enorme aumento del desempleo y la baja en el consumo y gasto de los ciudadanos de ese país.
Más aún. Mientras Ben Bernanke, presidente saliente de la FED, espera el momento propicio a fin de retirar billetes de la plaza los europeos iniciaron el camino exactamente inverso.
Efectos prácticos para el inversor
Hasta que la FED implemente el recorte de liquidez los mercados siguen gozando de fondos gratis para especular en operaciones financieras de corto plazo.
Por otro lado algunos datos del nivel de empleo norteamericano hicieron dudar en los últimos días que dicha amenaza se traduzca en realidad al menos de aquí a poco. Al menos eso se deduce de las últimas declaraciones de, Janet Yellen, la presidenta entrante de la FED.
Pero lo importante para el inversor es que si el banco central norteamericano subiera las tasas mientras su par europeo las acaba de bajar se estaría ante una llamativa nueva ventana de arbitraje.
La misma radicaría para los grandes operadores en tomar crédito en euros a costo cero provisto por el BCE para-previo comprar un seguro de cambio- venderlos y pasarse a dólares. Y esos billetes verdes podrían invertirse, por ejemplo, en bonos del tesoro de EEUU a tasas interesantes.
Porque en ese caso todo rendimiento que se obtenga mayor a cero, costo del crédito del BCE, resulta buen negocio.
Así que está por verse si tan obvia maniobra puede consumarse. Y además esperar el próximo movimiento de la FED-cuando y si- en relación a su estrategia de retiro de fondos.
Mientras tanto sigue la fiesta en los mercados globales.