Al tomar en cuenta los resultados que aportaron las elecciones griegas el domingo pasado, el castañeteo de dientes de los inversores globales se trasladó necesariamente a España, en la cual los 100 mil millones de euros ¿aportados? por el sistema bancario oficial europeo ni remotamente modificaron el cuadro crítico existente en la economía española.
Más aún. Un medio de la península titula hoy “Deuda a cinco años al 6%: el Tesoro paga los intereses más caros de la era del euro”. Y la noticia refiere que el estado español vendió hoy 602,2 millones en títulos de deuda a 5 años y cupón del 5,5%. En este tramo, el interés medio trepó al 6,072% desde el 4,960% que se pagó en mayo, lo que supone la mayor tasa de interés que se abonó desde el año 1996.
Y, como en el fútbol “goles son amores, en inversiones los datos duros reemplazan cualquier discurso político que relativice la gravedad de la situación. Será por eso que en su editorial de ayer el New York Times sentenció, y se unió al coro mayoritario, “España necesita un segundo rescate.
Pero, como se verá más adelante en esta columna, el salvataje necesario trasciende y por lejos al que se implementó hasta ahora.
Y ante la importancia del conflicto llama la atención ciertas opiniones que se escucharon en algunos pasillos financieros sobre si en España existió un rescate, una línea de crédito excepcional, o la cuadratura del círculo.
Todo ello para intentar separar, como si las personas nada entendieran, la imagen de España-cuarta economía de la eurozona- de la realidad Griega-porque esta “solo” representa el 2/3% de la economía regional.
Y lo único concreto es que los españoles, que ya soportan en algunas franjas etarias niveles de desempleo superiores al 25%, tendrán que pagar en dinero contante y sonante todo lo que recibieron para salvar a los bancos, no a la economía nacional como afirman algunos actores políticos.
Y vale aclarar el monto que se acordó a España hasta ahora apenas si alcanza para tapar algunos agujeros, porque aún falta acusar el impacto de la mora crediticia en ascenso y la profundización de la caída en el valor de los inmuebles.
Luego, con dichos agregados, la magnitud de las necesidades financieras llegaría, según algunos analistas europeos, a 210.000 millones de euros. Es decir más del doble de lo que giraron los bancos oficiales europeos a las entidades financieras ibéricas.
Peor aún. Los capitales de los más ricos o acomodados continúan en fuga hacia Frankfurt, Londres o Zurich. Y eso sin que se escuche ni la más mínima idea de parte del gobierno para moderar semejante sangría que, sin dudas, agranda el déficit de fondos bancarios.
Es decir que por un lado se pide/acepta auxilio bancario para llenar las cajas de los bancos-Pero nadie propuso utilizar la cláusula de la UE que permite el control a la salida de capitales, en caso de necesidad extrema, a fin de evitar que el dinero se valla. Curiosa omisión ¿verdad?
Así que podría darse la paradoja por la cual que parte del dinero fugado, gratis, vuelve a España en forma de préstamos internacionales y con costo financiero. Sin dudas buen negocio para algunos.
¿Cuánto se debe? Depende a quien se le pregunte
Por lo tanto, al sumar los diferentes bolsones financieros que el estado español necesita llenar, es posible ver que los 775.000 millones de euros informados por el gobierno como deuda pública son solo una parte del problema, ya que el total reconocido por el Banco de España como “pasivos en circulación” supera por lejos el billón de euros.
Y a esa cifra, equivalente a más de tres PBI de Argentina, hay que agregarle los 40.000 millones de euros que España deberá pagar en concepto de intereses durante los próximos doce meses a los cuales, por otra parte, difícilmente pueda hacerles frente.
Por lo tanto, y aunque se dieran por buenos los datos que provee el gobierno, la deuda pública española asciende al 118% del PBI español y por ella se debe paga una tasa de interés cercana al 7% anual.
Conclusión: resulta imposible honrar tal carga financiera simplemente porque el crecimiento de la economía del país es insuficiente para generar fondos suficientes a tal efecto.
Socios en la quiebra
Entonces la sumatoria de bancos casi quebrados- con fuga de capitales y enorme cartera morosa- más un Estado que no podrá afrontar sus deudas, permite concluir que la ayuda al sistema financieros es igual que pretender desagotar la inundación con un vaso y, rápidamente se deberá analizar un paquete de financiamiento para todo el estado español.
En síntesis, la nación española requiere para seguir respirando unos 350.000 millones de Euros, lo cual excede largamente los 100.000 millones que hasta ahora recibió el país.
Si, parecido a Grecia, aunque algunos prefieran ignorar esa realidad. Y alguien tendrá que poner el dinero sobre la mesa porque Europa, sola, ni remotamente puede.
Plan de contingencia ¿qué plan?
Si existe una estrategia oficial para enfrentar el problema seguramente está bien guardada, porque nadie la conoce.
En ese sentido el déficit público en el primer cuatrimestre es 54% mayor que el del año pasado. Mientras tanto la deuda española con el BCE subió 14.500 millones de euros, y es hoy cinco veces mayor a la de mayo del año2011.
Entonces ¿ajuste para que o para quienes?
¿Diferentes estilos o intereses contrapuestos?
Por otro lado lejos está de lograrse una estrategia consolidada para atacar los problemas en Europa.
Y entre los mismos políticos y banqueros involucrados existen intereses encontrados.
A tal punto que, mientras la canciller alemana Meckel sigue con la prédica del ajuste para “ salvar” a los países de la crisis, hasta la directora gerente del FMI C. Lagarde ya le reprocha la inutilidad de esas políticas y la contraría al pedir mayor expansión de la producción y el consumo.
Aunque son menos enemigas de los que parece.
Sucede que Ángela Merkel piensa que es socia mayoritaria de una empresa multinacional, la Unión Europea, y cree que si esa asociación quiebra su país perderá solo aquellas sumas que aportó hasta ahora, y se hará cargo solo de los quebrantos bancarios alemanes. Por tanto elige apartarse de tomar más riesgos.
Mientras tanto C. Lagarde es quien administra los fondos de los dueños de capitales financieros de todo el mundo, que le confiaron su dinero. Y ellos quieren cobrar los intereses puntualmente tanto como refinanciar el capital que prestaron sin problemas, porque ese es su negocio.
Por ello a la directora del FMI le importa que España -o quien fuera del deudor- no quiebre, porque si eso sucediera habrá que provisionar las pérdidas de los créditos que se otorgaron lo cual, sin dudas ella sabe, es inconveniente para quienes le pagan el sueldo.