ALEMANIA Y LA UE

La incidencia de la economía alemana dentro de la Unión Europea resulta desde hace años, incuestionable. Alemania es la nación con mayor población dentro de la alianza. Por lo tanto sus 82 millones de habitantes representan el 16% de los 502 millones que en su conjunto contienen los 27 países socios. Así mismo el Producto Bruto Interno germano representa el 20% del total de la Unión y su PBI per cápita, en términos de poder de compra, es un 16% mayor al promedio europeo. Pero tan importante como el peso económico resulta la influencia cualitativa alemana, porque además de la cuarta economía del mundo es también la segunda por su capacidad exportadora. Y eso se debe a que Alemania posee una base industrial sólida y competitiva, con prestigio de calidad que se sostiene a través de décadas, unida a permanente renovación científica y tecnológica. Entonces en sectores como el de la industria automovilística, maquinaria de alta tecnología o productos químicos, muestra fuerte liderazgo. Y la calidad de sus productos les permite competir por carriles distintos a los de bajo precio. En consecuencia las exportaciones industriales alemanas penetraron tanto en los mercados internos de sus socios europeos como en los de las naciones emergentes que crecieron, estos últimos, en forma sostenida a pesar de la crisis. Así que, por ejemplo, las mayores ventas de Mercedes Benz tuvieron lugar durante el año pasado en China e India más que en su país de origen. Y también las industrias que requieren maquinaria de precisión o generadoras de alto valor agregado se proveen de equipos productivos en la nación germana. Como consecuencia de todo lo anterior la nación que gobierna el canciller Merkel creció un 3% durante el año 2011 mientras que su desempleo actual apenas si alcanza al 6,9% mientras que, por ejemplo, el paro en España casi cuadruplica dicho valor. Y, dicho desarrollo, le permitió alcanzar en el año 2011 un déficit público de apenas el 1% del PBI. Nadie está solo en el mundo globalizado. Pero ese paisaje, casi de ensueño, se ensombreció días atrás cuando el Bundesbank (Banco Central Alemán) informó que la poca demanda de países de la zona euro provocó un alto en el crecimiento de la economía alemana. Por lo tanto esta se contrajo un 0, 2% ya sobre finales del año pasado, si bien el efecto arrastre le permitió conservar buenos índices macroeconómicos. En realidad la industria alemana no recuperó aún los niveles de actividad que mostró en el verano del año 2011 y, además, la ola de frío polar del mes de febrero pasado detuvo el avance de la industria de la construcción, lo cual se sumó la merma de compras de sus demás socios de la alianza. Y resulta casi obvio decir que, al ser la mayor economía de Europa, el destino de Alemania resulta crucial para el resto de la zona euro con la cual realiza buena parte de su comercio. Pero, además, cabe recordar que su sistema bancario alemán se encuentra severamente afectado por la crisis de deuda soberana europea. A las cosas por su nombre Por otra parte para distintos analistas resulta innegable que el peso alemán sobre el resto de Europa se edificó, además de la evolución tecnológica y capacidad productiva, sobre una construcción política en la cual muchos de los socios de la alianza exportaron mano de obra barata y compraron productos alemanes en vez de desarrollar sus potencialidades económicas internas. Por lo tanto el estancamiento alemán llega en el peor momento posible. Y tal vez por ello la Canciller Merkel emitió en los últimos días algunas señales en relación a descomprimir un tanto los severos ajustes fiscales impuestos a los países europeos en problemas y en sintonía con él mayor candidato a presidente francés, François Hollande. Hasta ahora la estrategia política de Alemania mostró una mirada bastante estrecha. Y, más que comportarse como líder regional que propende el desarrollo de la alianza de la cual es parte, pecó por mirarse excesivamente su propio ombligo. Y prueba de ello es que se negó sistemáticamente a poner sobre la mesa los volúmenes de dinero necesario para ayudar efectivamente a los países socios que tiene graves problemas financieros. Pero ahora quedó claro como si el destino de sus vecinos afecta también a la economía germana. Y puede ser aún peor. Vale acotar que el gobierno alemán adujo para justificar su acotado aporte de fondos a los rescates europeos, que muchos calificaron de mezquino, que la memoria germana guardaba recuerdos trágicos de inflación y pérdida del valor de la moneda provenientes del siglo pasado. Y eso pudo ser parte de la realidad pero, también, la concentración de recursos financieros y tecnología industrial que ostenta actualmente Alemania es la que le permitió exportar a los países de la eurozona- de los cuales obtuvo mano de obra de menor costo- buena parte de su producción industrial, lo cual fue un pilar para su desarrollo actual. Así que la timidez de la respuesta del gobernó de Angela Merkel pone hoy a los mercados nuevamente ante una situación de riesgo. Porque nadie apostaba a que la situación de España pudiera salirse de control, pero estamos a las puertas de que ello suceda. Y otro tanto pasa en Portugal, Irlanda y la misma Grecia. Y estos son datos que conviene tener en cuenta a la hora de administrar portafolios de inversión, más allá que el rendimiento de algunos índices accionarios globales mostró un buen desempeño en el primer cuatrimestre de este año.

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