LAS PARTICULARIDADES DE UN SALVATAJE A LA EUROPEA

por Gabriel Holand

Parecería que después de muy largos meses de cabildeos y contradicciones, a un costo social y económico inconmensurable por ahora, la Unión Europea estaría cerca de lograr algún tipo de acuerdo que pusiera límite al hundimiento de la eurozona y la moneda euro.

Luego de ríos de palabras y posturas negativas, finalmente aquello que parecía imposible finalmente se hará: los líderes de la alianza pondrían a disposición de los salvataje financieros la suma de 500.000 millones de euros.

Es decir que harían la “gran Bernanke”, léase, liberar ingentes cantidades de fondos al mercado pero, eso sí, después de que cada nación demandante de refinanciación prometa adherirse a un estricto programa de control fiscal que supervisaría la UE.

Entonces la duda es, si Grecia juró que sus números eran suficientemente buenos al momento de adherir a la UE, ¿por qué en el futuro los informes y balances de aquellos que solicitan préstamos de auxilio serán creíbles? Y, aquellos que hicieron la vista gorda entonces, ¿serán más rigurosos de aquí en más?

El mascarón de proa. Vale acotar que, si la liberación de moneda euro que se mencionó tuviera lugar, Alemania habría perdidos la batalla por preservar dicho signo monetario de mayores desvalorizaciones.

Porque, aunque el Banco Central Europeo se mantendrá firme en su política de no emitir euros (el gran temor de Ángela Merkel), usará a los bancos de cada país para ejecutar tal estrategia.

Dicho de otra manera, los préstamos a tres años de plazo que otorga la autoridad monetaria, desde diciembre pasado, se parecen mucho al quantitative easing de la FED, por lo cual agregan mucha liquidez al sector bancario.

Y, por eso, los mercados, siempre atentos, producen últimamente fuertes subas en algunos segmentos. Así las acciones del banco Italiano UniCredit trepan casi 60% desde el 9 de enero, y las de los bancos europeos en conjunto crecen 14% durante los últimos siete días. Si hasta el rendimiento de los bonos españoles cayó a la mitad de después de la generosidad del Banco Central Europeo.

Por supuesto que nada es gratis, y el costo de semejante inyección de fondos hará que, a pesar de los deseos alemanes, el euro se debilite frente al dólar de aquí a poco (y eso a pesar que circunstancialmente la reducción del temor en la eurozona pudo más y el euro creció 2,5% frente a la divisa americana).

La alternativa en contra de un robustecimiento de la moneda de los EE.UU. sería que la FED lanzara su tercera emisión de fondos en el corto plazo, tal cual especulan muchos inversores. Entonces el greenback perdería valor otra vez y se detendría la caída del euro. Aunque esto último está lejos de ser el deseo de los sectores europeos que quieren fortalecer las exportaciones para salir de la recesión.

Finalmente, convendría preguntarse quienes ganan con las nuevas y mayores facilidades para conseguir dinero barato de parte de los bancos centrales (o de sus intermediarios). Y probablemente los bancos privados porque, con total independencia del destino que den a los fondos, mejoran su posición de liquidez y pueden sacar un poco la nariz de abajo del agua.

El default a la griega. Parecería que el default soberano griego, que existe hace dos años, es un hecho imaginario.

Porque, a juzgar por la información que circula actualmente, el descuento de casi 70% del valor nominal de los bonos helenos impagos sería simplemente una “quita”, en vez del incumplimiento liso y llano de las condiciones que se pactaron en la emisión de los mismos. Y eso más allá de que existan razones para que se lleve a cabo tal “desagio”. Una situación semejante en la Argentina de los 2000, pero entonces se llamó default.

Y muchos de aquellos que en ese momento nos señalaron como a herejes del Quinto Círculo hoy otorgan un paraguas de cierta protección conceptual a sus socios que no pueden pagar las deudas de la manera en que las contrajeron (ej. Grecia).

En síntesis, es muy probable que durante los próximos días se llegue a un acuerdo con la deuda griega, entre otras cosas porque ya queda poco que pactar. Sólo detalles, como la cuantía de los pagos de cupones y otras minucias.

Pero parecería que, formalmente, se evitará el bochorno político para la UE que uno de sus socios se declare, formal y oficialmente, en default.
Y realmente, más allá de la anécdota, quedan algunas primeras conclusiones para reforzar en la cabeza de los inversores.

Básicamente que toda inversión conviene decidirla en función de la calidad del deudor más que en la solvencia supuesta de algunos “avales morales” que, como se comprobó una vez más, son casi imposibles de ejecutar. Y también que un país protector o big brother siempre quiere tomar la rentabilidad en forma unilateral, pero prefiere mancomunar las pérdidas.

¿Un futuro de bajos rendimientos para las inversiones financieras? La crisis que explotó en el 2008, y de la cual ojalá el capítulo europeo constituye el principio del fin, ya resulta extremadamente larga así como también dolorosa. Y, por lo tanto, muchos países de todo el mundo luchan hoy por reducir su deuda y vigorizar el crecimiento.

La buena noticia es que cuanto más los Estados achiquen el monto de sus obligaciones, mejores perspectivas de mayor producto bruto interno tendrán. Porque, en muchos casos, la experiencia histórica muestra que las economías nacionales rebotan en los años posteriores a su desendeudamiento.

Y eso se explica, entre otras razones, por qué se reduce la carga financiera gubernamental y, también, las tasas tienden a mantenerse bajas o subir menos por la menor demanda de fondos en el mercado.

Por otro lado, atención, conviene decir que el proceso de menor endeudamiento global recién comenzó.

En ese sentido, se puede ver desde hace un tiempo que los gobiernos toman menos crédito o reducen su deuda por quitas, como Grecia y otros países en similares circunstancias.

Y, luego, el sector privado acompaña al público con menores pedidos de fondeo, porque las grandes corporaciones se encuentran líquidas y con planes de inversiones y producción reducidos.

Entonces, en algún punto, todo ese volumen de menor carga financiera a pagar con un contexto de bajas tasas de interés debe redundar en la mejora del consumo de las empresas y familias.

¿Cómo impacta esto en el rendimiento de las inversiones?

Como sabemos, el volumen de la actividad productiva y de comercio internacional se redujo conforme a la crisis.

Entonces, por los próximos tiempos, menores volúmenes de crédito serán requeridos y las tasas difícilmente crezcan.

En ese contexto, y en relación con lo anterior, los rendimientos de los activos de renta fija se verán a la baja.

Pero también, apenas la actividad productiva muestre síntomas de mejora, las ganancias corporativas tenderán a robustecerse. Entonces el mercado de renta variable podrá conocer mejores tiempos que los actuales.

Sin embargo, en el mientras tanto, ni soñar con beneficios financieras como los que se obtuvieron durante los años 2000.

Luego de ríos de palabras y posturas negativas, finalmente aquello que parecía imposible finalmente se hará: los líderes de la alianza pondrían a disposición de los salvataje financieros la suma de 500.000 millones de euros.

Es decir que harían la “gran Bernanke”, léase, liberar ingentes cantidades de fondos al mercado pero, eso sí, después de que cada nación demandante de refinanciación prometa adherirse a un estricto programa de control fiscal que supervisaría la UE.

Entonces la duda es, si Grecia juró que sus números eran suficientemente buenos al momento de adherir a la UE, ¿por qué en el futuro los informes y balances de aquellos que solicitan préstamos de auxilio serán creíbles? Y, aquellos que hicieron la vista gorda entonces, ¿serán más rigurosos de aquí en más?

El mascarón de proa. Vale acotar que, si la liberación de moneda euro que se mencionó tuviera lugar, Alemania habría perdidos la batalla por preservar dicho signo monetario de mayores desvalorizaciones.

Porque, aunque el Banco Central Europeo se mantendrá firme en su política de no emitir euros (el gran temor de Ángela Merkel), usará a los bancos de cada país para ejecutar tal estrategia.

Dicho de otra manera, los préstamos a tres años de plazo que otorga la autoridad monetaria, desde diciembre pasado, se parecen mucho al quantitative easing de la FED, por lo cual agregan mucha liquidez al sector bancario.

Y, por eso, los mercados, siempre atentos, producen últimamente fuertes subas en algunos segmentos. Así las acciones del banco Italiano UniCredit trepan casi 60% desde el 9 de enero, y las de los bancos europeos en conjunto crecen 14% durante los últimos siete días. Si hasta el rendimiento de los bonos españoles cayó a la mitad de después de la generosidad del Banco Central Europeo.

Por supuesto que nada es gratis, y el costo de semejante inyección de fondos hará que, a pesar de los deseos alemanes, el euro se debilite frente al dólar de aquí a poco (y eso a pesar que circunstancialmente la reducción del temor en la eurozona pudo más y el euro creció 2,5% frente a la divisa americana).

La alternativa en contra de un robustecimiento de la moneda de los EE.UU. sería que la FED lanzara su tercera emisión de fondos en el corto plazo, tal cual especulan muchos inversores. Entonces el greenback perdería valor otra vez y se detendría la caída del euro. Aunque esto último está lejos de ser el deseo de los sectores europeos que quieren fortalecer las exportaciones para salir de la recesión.

Finalmente, convendría preguntarse quienes ganan con las nuevas y mayores facilidades para conseguir dinero barato de parte de los bancos centrales (o de sus intermediarios). Y probablemente los bancos privados porque, con total independencia del destino que den a los fondos, mejoran su posición de liquidez y pueden sacar un poco la nariz de abajo del agua.

El default a la griega. Parecería que el default soberano griego, que existe hace dos años, es un hecho imaginario.

Porque, a juzgar por la información que circula actualmente, el descuento de casi 70% del valor nominal de los bonos helenos impagos sería simplemente una “quita”, en vez del incumplimiento liso y llano de las condiciones que se pactaron en la emisión de los mismos. Y eso más allá de que existan razones para que se lleve a cabo tal “desagio”. Una situación semejante en la Argentina de los 2000, pero entonces se llamó default.

Y muchos de aquellos que en ese momento nos señalaron como a herejes del Quinto Círculo hoy otorgan un paraguas de cierta protección conceptual a sus socios que no pueden pagar las deudas de la manera en que las contrajeron (ej. Grecia).

En síntesis, es muy probable que durante los próximos días se llegue a un acuerdo con la deuda griega, entre otras cosas porque ya queda poco que pactar. Sólo detalles, como la cuantía de los pagos de cupones y otras minucias.

Pero parecería que, formalmente, se evitará el bochorno político para la UE que uno de sus socios se declare, formal y oficialmente, en default.
Y realmente, más allá de la anécdota, quedan algunas primeras conclusiones para reforzar en la cabeza de los inversores.

Básicamente que toda inversión conviene decidirla en función de la calidad del deudor más que en la solvencia supuesta de algunos “avales morales” que, como se comprobó una vez más, son casi imposibles de ejecutar. Y también que un país protector o big brother siempre quiere tomar la rentabilidad en forma unilateral, pero prefiere mancomunar las pérdidas.

¿Un futuro de bajos rendimientos para las inversiones financieras? La crisis que explotó en el 2008, y de la cual ojalá el capítulo europeo constituye el principio del fin, ya resulta extremadamente larga así como también dolorosa. Y, por lo tanto, muchos países de todo el mundo luchan hoy por reducir su deuda y vigorizar el crecimiento.

La buena noticia es que cuanto más los Estados achiquen el monto de sus obligaciones, mejores perspectivas de mayor producto bruto interno tendrán. Porque, en muchos casos, la experiencia histórica muestra que las economías nacionales rebotan en los años posteriores a su desendeudamiento.

Y eso se explica, entre otras razones, por qué se reduce la carga financiera gubernamental y, también, las tasas tienden a mantenerse bajas o subir menos por la menor demanda de fondos en el mercado.

Por otro lado, atención, conviene decir que el proceso de menor endeudamiento global recién comenzó.

En ese sentido, se puede ver desde hace un tiempo que los gobiernos toman menos crédito o reducen su deuda por quitas, como Grecia y otros países en similares circunstancias.

Y, luego, el sector privado acompaña al público con menores pedidos de fondeo, porque las grandes corporaciones se encuentran líquidas y con planes de inversiones y producción reducidos.

Entonces, en algún punto, todo ese volumen de menor carga financiera a pagar con un contexto de bajas tasas de interés debe redundar en la mejora del consumo de las empresas y familias.

¿Cómo impacta esto en el rendimiento de las inversiones?

Como sabemos, el volumen de la actividad productiva y de comercio internacional se redujo conforme a la crisis.

Entonces, por los próximos tiempos, menores volúmenes de crédito serán requeridos y las tasas difícilmente crezcan.

En ese contexto, y en relación con lo anterior, los rendimientos de los activos de renta fija se verán a la baja.

Pero también, apenas la actividad productiva muestre síntomas de mejora, las ganancias corporativas tenderán a robustecerse. Entonces el mercado de renta variable podrá conocer mejores tiempos que los actuales.

Sin embargo, en el mientras tanto, ni soñar con beneficios financieras como los que se obtuvieron durante los años 2000.

Publicado en Diario BAE

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