Como se sabe, la moneda euro cayó el 3% frente al dólar estadounidense durante los últimos días, y de esa manera acumuló un 12% de depreciación ante la paridad existente en mayo del corriente año.
Y tal situación, para muchos analistas, fue un síntoma del agravamiento de los problemas de deuda soberana en Europa. Pero para otros, antes que un problema, la pérdida de valor relativo del euro podría ser parte de la solución.
Algunos sostienen que la divisa de la alianza en realidad se encuentra apenas un poco débil en el mercado internacional de cambios. Ésa sería una situación normal frente a la recesión de las economías de la zona, a lo cual se sumó la enorme cantidad de dinero sin respaldo que emitieron los gobiernos europeos.
Así que, concluyen, la moneda euro logró evitar un derrumbe fuerte frente a sus pares, sobre todo al considerar el grado de fragilidad de las economías que pertenecen a ese signo monetario.
Tal situación se aprecia en la relación entre el rendimiento de los bonos del gobierno alemán a dos años de plazo e igual instrumento financiero de los EE.UU., más el tipo de cambio euro/dólar. Si se sigue esta comparación, se ve que las recientes fluctuaciones en la tasa de interés coincidieron casi exactamente con las modificaciones en la tasa diferencial de cambio durante los últimos años.
Y de allí surge una conclusión: los mercados de divisas globales son tan proclives a tener euros en vez de dólares en sus billeteras como antes de la debacle de las deudas soberanas, porque pretenden igual tasa de riesgo ahora que entonces.
Además, mantiene actualmente casi la misma valuación real, medida contra otras monedas globales, que durante toda su vida. Y el balance de cuenta corriente lo demuestra, porque se mantiene casi en cero.
Dicho de otra manera, y a pesar de las fluctuaciones de su moneda, la UE gasta en el extranjero y recibe desde el exterior actualmente montos parecidos a los de todo su promedio histórico.
Y ése es un dato importante porque, a pesar de que Europa está lejos de acumular grandes déficits en su cuenta corriente, acusa a las naciones emergentes de mantener prácticas proteccionistas y subvaluar sus monedas. La UE perdió. Pero Alemania y Francia ganaron.
Entonces, ¿cómo hizo el euro para evitar destrozarse en medio de la crisis? ¿Está débil o, por el contario, excesivamente fuerte? ¿Por qué evitó caer aún más frente al dólar y a otras monedas globales?
Y la respuesta es que la fuga de capitales que se disparó en la Europa a raíz de la crisis ocurrió, sobre todo, dentro de los límites de la eurozona antes que entre Europa y otros países del mundo.
Porque la enorme pérdida de confianza radicó en la supervivencia de la eurozona como tal. Y eso llevó a que los capitales mudaran desde las naciones periféricas de la alianza hacia Alemania y Francia. Entonces, en gran medida el dinero se mantuvo dentro del continente en vez de huir a otras regiones del mapa.
En resumen, Europa vivió una fuga de divisas, pero interna. Por la cual, los grandes inversores alemanes y franceses se deshicieron de bonos de países periféricos y retornaron con el dinero a sus lares de origen.
Porque los inversionistas temieron que algunos de los países deudores europeos se quedaran sin dinero en sus cajas, mientras engordaban los tesoros de Alemania y Francia, y eso precipitara los defaults de deudas soberanas.
El hecho de que muchos euros se quedaran en Europa evitó una pérdida de valor aún mayor. Por ese motivo si se buscara llevar el capital a los EE.UU. la venta masiva de moneda europea para comprar dólares produciría un derrumbe realmente de temer.
En consecuencia, la solvencia financiera de los países pobres europeos empeoró, mientras que la de alemanes y franceses recobró vigor. Porque estos últimos repatriaron capitales, mientras que la debilidad de sus socios pobres afectó poco la salud de la moneda común.
Claro que, si se resquebrajara la confianza en Alemania o Francia, la multiplicación de ventas de euros sería una realidad. Pero eso, por ahora, es una amenaza un poco más lejana.
¿Proteccionismo o Sentido Común? A Europa, sin ser el único, también le encantaría que la crisis la paguen otros. Para eso, le vendría muy bien poder vender en el exterior todo el excedente de producción interna ante la caída del consumo dentro de sus fronteras.
Y con ese objetivo repite permanentemente las acusaciones hacia aquellos que se encuentran en mejor situación, Asia y Latinoamérica sobre todo, acerca de la existencia de proteccionismo a la producción local o subvaluaciones de las monedas.
Pero es lógico que los países del mundo eviten ser invadidos por los sobrantes de los que actualmente están en crisis. Porque una cosa sería ser solidario, y otra tonto.
Y en ese sentido cabe recordar el contenido de un reciente informe que produjo la organización Centro para la Nueva Europa. El documento señala que la UE ataca las ventajas comparativas de los países en desarrollo en alimentos y textiles, principalmente porque fijó aranceles a la importación que promedian el 20% pero pueden llegar al 250% a las compras del exterior.
Además, la UE mantiene subsidios agrícolas masivos por cerca de u$s41.000 millones al año, casi u$s14.000 por agricultor europeo. Imposible competir con ello.
Otra perlita es que la alianza europea gasta millones de euros por año en subsidiar el azúcar de remolacha pero, al mismo tiempo, fija un alto arancel para el azúcar barato que proviene de los países pobres.
Y, en relación con lo anterior, la CEPAL estimó que los países en desarrollo exportan u$s40.000 M menos debido al proteccionismo agrícola de los países desarrollados.
Por otro lado, aún en las antípodas de la CEPAL, el diario londinense Financial Times criticó la decisión de Francia de ayudar a Renault y Peugeot/Citroën con un crédito de seis mil millones de euros porque marcó una nueva fase en una carrera subsidiaria de la empresa automovilística. Y los constructores de automóviles […] no merece[n] subsidios especiales, según el medio gráfico.
Conclusiones. Mencionamos que la caída en la cotización del euro en relación con otras monedas podría ayudar a la Unión Europea antes que agravar sus problemas porque, en definitiva, volvió más competitivas sus ventajas exportadoras, sobre todo para los germanos y galos.
Dijimos también que existió una fuga intrazona de capitales, desde los países pobres de la Alianza hacia Alemania y Francia, por lo cual se afectó menos el valor de la moneda euro en los mercados globales que ante la existencia de una migración de dinero hacia terceros países.
Algunos políticos de la UE insisten en acusar a los países en desarrollo de imitarlos, ya que defienden las industrias y monedas locales ante los containers que llegan desde Europa o la invasión de capitales financieros. Por tanto, parece que vamos bien. Y tal vez todo esto redunde en el fortalecimiento de las empresas y economías de los países en desarrollo ante la crisis.
O al menos en un impacto negativo menor al que se recibiría si se tuviera en cuenta lo que dicen, en vez de lo que hacen, las economías desarrolladas.