Hace algo más de tres años, en septiembre de 2008, cayó Lehman Brothers.
Desde entonces el oro sirvió a los inversores que quisieron protegerse, tanto de la caída de valor de diversas monedas globales así como también de la poca confianza que generaron las mismas, atento a la gigantesca emisión que hicieron los bancos centrales de los países industrializados en la búsqueda por salir de la recesión y reactivar sus alicaídas economías nacionales.
Y, conforme a la mayor demanda existente para el commodity, el índice SPDR GLD, que representa la evolución de los precios del metal amarillo, creció entre finales del año 2008 y diciembre del año 2011 alrededor de 119 por ciento.
Eso quiere decir que aquellos inversores que compraron el activo financiero bajo análisis lograron una suculenta ganancia. Y además evitaron exponerse a las bajas de mercado de los últimos 39 meses, al menos en la porción de dinero que destinaron a invertir en oro.
Por otro lado, vale recordar que la demanda hacia el bullion se fortaleció también a partir del momento en que el gobierno de los EE.UU. anunció el lanzamiento del plan TARP, en el mes de octubre de 2008, para hacer frente a la crisis de las hipotecas subprime.
Las compras de oro, incluso por parte de muchos gobiernos del mundo, se acentuaron a medida que la crisis europea se tornó más grave a partir de finales del año 2009, porque la mayoría de los operadores pensaron que la Unión Europea, para reactivar las economías de sus países miembros, usaría la misma receta de los norteamericanos, es decir, emitir euros a rajatabla.
Por lo tanto, la desconfianza que existía acerca de la solidez de los signos monetarios se acentuó ante la expectativa de que el mundo se empapelara nuevamente, esta vez con la expansión de la moneda euro, lo cual reforzó la tendencia alcista del oro.
Sin embargo, dicha apuesta resultó sólo parcialmente cierta, porque los gobiernos europeos, si bien agrandaron su base monetaria, lo hicieron –hasta ahora– en medida menor a lo que se esperaba.
Por eso, muchos bancos europeos con serios problemas de liquidez y con ayuda insuficiente de su banquero central de última instancia, el BCE, se vieron en la necesidad de vender buena parte de sus tenencias de bonos soberanos emitidos en moneda euro y hacerse de dólares.
Entonces la cotización de la moneda de la alianza continuó a la baja y, como contrapartida, el dólar estadounidense se fortaleció sin pausa últimamente.
Es por eso que, por ahora, parecería que la moneda de los EE.UU. ocupó el lugar del oro como refugio de los inversores.
Así que todas esas idas y venidas se reflejaron en la volatilidad del precio del metal cuyo valor, a pesar de subas y bajas, creció 19% durante los últimos doce meses.
Dilema. Entonces, la incógnita para analizar es si el metal amarillo perdió definitivamente su lugar como inversión atractiva y segura, o se trata sólo de una volatilidad pasajera.
¿Qué pasó en los mercados durante la última semana? Parecería que, debido a las peores expectativas sobre la resolución de la crisis de deudas soberanas en Europa, los inversores globales sólo quisieran dólares. Y ni siquiera guardar oro los tranquiliza.
Por lo tanto, el precio del metal en los últimos siete días cayó a sus mínimos niveles desde septiembre de este año, mientras el valor del dólar se robusteció.
Aunque, en realidad, la moneda estadounidense le gana al oro como activo financiero de refugio en las preferencias de los inversores ya desde principios del año en curso, cuando el clima en Europa se tornó más denso.
Por eso el Dollar Bullish, índice que mide la evolución del billete verde en la canasta de las seis mayores monedas globales, creció por estos días a su valor máximo desde el mes de enero. A lo cual ayudó el magro resultado de la cumbre que sostuvo la Unión Europea hace pocos días.
En contraste con la mejoría en la cotización del dólar, el oro cayó más de 8% en una semana –hasta u$s1.560 por onza– por debajo del valor promedio de los últimos doscientos días.
Esto disparó el alerta en los inversores ante el temor de que la tendencia a la baja se confirme en los próximos días, lo cual podría indicar que el período alcista del metal precioso podría llegar a su fin.
Asimismo, en una muestra más de que el billete verde volvería por sus fueros, las ventas de bonos del Tesoro de los EE.UU. se engrosaron y sus rendimientos declinaron.
En síntesis, y para muchos analistas, el dólar ocupa ahora las preferencias de los inversores globales.
Y eso aunque la economía americana está lejos de ser un mar de rosas, ya que el crecimiento aún muestra signos de debilidad y el índice de desempleo se mantiene alrededor del 9 por ciento.
Entonces quizá el dólar crece simplemente porque aparece como la moneda de reserva global favorita, a la cual los inversores corren cuando quieren tener “plata en mano”.
En consecuencia, las tribulaciones actuales del oro, que dio grandes ganancias este año, tanto como el éxito del dólar reflejarían simplemente las tensiones actuales del sistema financiero.
Porque, como se dijo, los bancos tratan de reducir sus balances antes de fin de año y, a la vez, algunos fondos de inversión liquidan posiciones para atender los pedidos de sus clientes que demandan la devolución de su dinero a esta altura del año.
Además existe consenso en el mercado acerca de que el dólar se mantendrá fuerte frente a otras monedas durante los próximos meses, conforme se mantengan las tensiones en la zona euro.
Sin embargo, a pesar de las últimas caídas en los precios, muchos inversores creen que las razones que dotan de vigor al metal precioso se mantienen intactas.
Y eso se debe, fundamentalmente, a que la crisis financiera que comenzó en el año 2008 socavó la credibilidad del papel moneda y dejó al oro como uno de los pocos bienes cuyo valor es independiente de la voluntad de gobiernos y bancos centrales.
Por otro lado, aunque la FED desestimó por ahora nuevas emisiones de moneda, es probable que el banco central americano retome su auxilio financiero al mercado con un QE3 el año próximo. Y muchos sostienen que los bancos centrales de Inglaterra y Europa imitarán esa actitud durante los próximos doce meses.
Gracias a todas esas medidas de mayor laxitud monetaria, a mediano plazo se volverían a llenar de moneda espuria los mercados. Eso podría llevar a mayor desconfianza hacia los signos monetarios y a la consecuente revaluación del metal amarillo.
Conclusiones. Parecería que la fortaleza del dólar frente a otras monedas globales llegó para quedarse, al menos por varios meses.
Pero hay quienes creen que, en algún momento, los bancos centrales de las principales potencias necesitarán dar una nueva vuelta de rosca monetaria que tonifique el consumo en sus economías.
Y en ese entonces nuevamente el oro recuperará su potencia alcista.
Ante el panorama descrito, es muy probable que lo más conveniente resulte mantener las posiciones de oro en los portafolios globales. Sin embargo, convendría calcular el peso relativo que esa inversión tiene en la cartera global.
Dicho de otra manera, una sobreexposición en oro podría mostrar bajas, al menos en el corto plazo, por el fortalecimiento del dólar.
Por otro lado, una liquidación parcial de las tenencias permitiría embolsar la rentabilidad de 19% que el metal dio este año, con el solo riesgo de sacrificar potenciales retornos a mediano plazo.
¿Pero qué monto resultaría excesivo o cuál insuficiente para atesorar o vender? Eso dependerá del deseo y las espaldas financieras de cada inversor.
Publicado en Diario BAE el 19 de diciembre de 2012