Todo indica que la vida de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) empezó a complicarse desde que Donald Trumpasumió como presidente de su país.
Yellen, una economista demócrata que fue designada por Barack Obamaen febrero de 2014 como máxima responsable del banco central estadounidense, seguramente es consciente de que las políticas económicas que piensa implementar el republicano suponen un giro radical con respecto a las del anterior mandatario.
En tal sentido, la presidenta de la Fed deberá aprender a convivir con la llegada de una nueva administración –que, en ocasiones, ha sido críticacon su labor al frente de la Fed-, por el lapso que resta hasta febrero de2018, cuando venza su mandato. Y todo indica que no será reelegida,aunque tiene la potestad de proponer un sucesor.
No obstante, lo más factible es que los republicanos apuesten por alguienmás cercano al partido.
Trump versus Yellen
“No tengo nada contra Yellen”, afirmó Trump en mayo de 2016, “pero no es republicana”.
Es obvio que ambos personajes difieren en la forma de dirigir la economía del país más poderoso del mundo. Y ello ha llevado a que mantengan una tensa relación que incluso ha provocado algún choque durante los meses previos a la llegada del magnate a la presidencia.
Durante la campaña electoral, Yellen no vaciló en afirmar que la victoria de Trump ”produciría inestabilidad en los mercados“.
Por su parte, Trump criticó a la presidenta de la Fed, acusándola de mantener las tasas de interés bajas ”para beneficiar la candidatura demócrata“, aunque más tarde sí se mostró favorable a una moderada suba, que finalmente concretó en diciembre.
En la que prácticamente fue la última medida de transcendencia bajo la administración de Obama y una vez conocidos los resultados electorales, laFed elevó el precio del dinero en un rango de entre el 0,5% y el 0,75% a finales de 2016, como una medida para frenar la inflación en la economía estadounidense, que ya está cerca del objetivo del 2% anual.
Con una tasa de desempleo del 4,9% y salarios en recuperación, las previsiones apuntan a que la Reserva Federal decidirá nuevas subas a lo largo de 2017, aunque el número y la magnitud de las alzas también dependerá de las reformas económicas que pretenda implementar Trump durante los próximos meses.
Existe consenso entre los analistas de que las políticas expansivas que quiere aplicar el presidente pueden producir un aumento de la inflación, por lo que la Fed puede acelerar la suba de las tasas.
Otro factor que podría dinamizar dicho proceso sería que las políticas deTrump hagan crecer a la economía estadounidense por encima de lasprevisiones.
“En estos momentos el precio del dinero en Estados Unidos está prácticamente en mínimos, por lo que una suba supondría una medida suave para controlar la economía”, afirma Pascual Fernández, decano del Colegio de Economistas de Madrid.
En cuanto la límite que podrían alcanzar, según Fernández, “las tasas podrían llegar al 4% y recién ahí poder afectar negativamente a las políticas de Trump”.
Pese a que la Fed puede actuar como contrapeso a su política expansionista, Trump no criticó la última suba, por lo que de alguna manera demostró que ve con buenos ojos esa decisión.
Para Gabriel Holand, CEO de HR Global, “existe una cuestión pendiente ytirante entre los objetivos de Trump y la Fed, ya que mientras el organismo tiene como tarea importante controlar la inflación y luego el nivel de empleo, los planes del republicano apuntan a financiar con déficit fiscal el pregonado crecimiento futuro de la economía”.
“En este punto es sintomático que la Fed ya habla de aumentar más la tasa de interés en su reunión de fin del próximo fin de mes y bien se sabe que una suba destinada a controlar la inflación creciente, implica mayor propensión al ahorro que al consumo y encarece el crédito”, afirma Holand.
“En síntesis, son dos visiones contrapuestas, pues por un lado se argumenta que se debe subir la tasa para contener la inflación y, por el otro, se apelaría al método supuestamente keynesiano para estimular elconsumo y la inversión“, concluye Holand.
Es en este punto donde se producirá el enfrentamiento, pues ese estímulo al consumo y a la inversión es bienvenido en situaciones de alto desempleo y deflación, como sucedió a lo largo de buena parte de la administración Obama.
“Hoy, el avance de los precios ya está en línea con el objetivo de la Fed -2% anual- y se está rozando el pleno empleo. En conclusión, los planes deTrump son claramente inflacionarios y es ahí donde chocará con la Fed“, concluye Holand.
Para el economista Luis Palma Cané, “en materia de tasas de interés, Trumpmuestra un permanente cambio de opinión que es por lo menos llamativo. En plena campaña electoral acusaba a Yellen en particular y a la Fed en general de mantenerla artificialmente baja para mantener el nivel deactividad y favorecer a Hillary”.
“Una vez electo, aplaudió la suba de diciembre pasado y ahora vuelve a plantear que los incrementos pautados por la Fed para este año, que serían cuatro en total, podrían afectar su plan de expansión, según el cual aspira a crecer un 3,5%“, agrega.
“Pensando para adelante, el choque entre ambos parece ineludible, pues para Yellen, como presidenta del banco central, lo prioritario es laestabilidad económica y su principal arma es precisamente, la tasa de interés“, agrega Palma Cané.
Según el analista Agustín Cramo, “la suba de las tasas no busca actuar contra las políticas de Trump. Su objetivo es evitar que el crecimientoeconómico del país exceda cierto nivel y ello traiga aparejado másinflación que la deseada”.
Para Cramo, las políticas de Obama “han dado buenos resultados en lo relacionado a los datos del desempleo y a la evolución de los resultados empresariales, pero han perjudicado a la clase media“, por lo que es necesario “controlar el aumento de los precios“.
Desregulación bancaria
Más allá del capítulo de las tasas de interés, existe otro frente de conflictoque puede ser más intenso, pues es en el que existen las mayoresdiferencias de criterios.
Es el relacionado con las regulaciones bancarias: la intención de Trump esaplicar una desregulación general, que va en contra de lo actuado a partir de la crisis de 2008.
Trump apoya el concepto de liberar buena parte de la actividad a efectos de que se incremente el volumen del crédito, tal como sucedía en los años previos a la explosión de las hipotecas subprime.
Es en este punto donde choca frontalmente con las políticas aplicadas por laFed en los últimos años, ya que Yellen es defensora de la ley Dodd-Frank, aprobada por Obama en 2010, que regula el sistema bancarioestadounidense para dotarlo de estabilidad y evitar así casos como el deLehman Brothers, que podrían arrastrar al país a una nueva crisis financiera.
A contramano de esa posición, Trump anunció durante la campaña electoral su intención de “desmantelar” dicha ley, para lo que necesita el apoyo delCongreso.
“Otro campo de batalla será lo referido a las regulaciones que rigen para laactividad bancaria. En este punto, Trump está decidido a implementaruna “perestroika“ financiera, a partir de la derogación de la ley Dodd-Frank, para beneplácito de los banqueros de Wall Street“, afirma Palma Cané.
“Aquí también surge otro punto de conflicto, pues Yellen considera que, de avanzar en tal sentido, se estarían dando los primeros pasos de un camino que podría terminar de la misma manera que la crisis de las hipotecas en2008, pues en la práctica lo que hizo fue establecer límites a losderivados“.
Aquí será clave será la forma en que se implementará el proceso de desregulación de Wall Street, al que Yellen no podrá combatir, pero sí sobre el cual podrá ejercer su enorme influencia.
La cuestión es que en este campo la Reserva Federal tiene pocas opcionesde intervención, pues será una decisión del Congreso.
“La capacidad de actuación de la Fed en este aspecto es muy limitada, ya que si Trump comienza a aplicar políticas expansivas que suponen un incremento de gasto público, Yellen no podrá impedirlo”, sentencia Fernández.
Pese a los encontronazos que pueden suscitarse entre la Reserva Federal y la Casa Blanca, todo indica que, más allá de quienes estén al frente de ambas, la independencia del Banco Central no estaría en juego, siempre y cuando se mantenga la tradición en cuanto a la forma en que actúa.
“La Reserva Federal siempre se ha caracterizado por haber sido muy independiente del poder político y lo seguirá siendo”, afirma Cramo.
No obstante, se da como un hecho que una vez que Yellen concluya sumandato, con una demócrata al frente del organismo Trump podrá marcaren mayor medida la política económica estadounidense.
Yellen abrió el paraguas antes que llueva
Janet Yellen aseguró recientemente que eventuales “sorpresas” en la economía mundial y la aún indeterminada política fiscal del futuro gobierno de Donald Trump podrán impactar en la política monetaria de Estados Unidos.
“Mencionaría el efecto potencial en la el panorama económico de cambiosen el frente fiscal“, dijo en el Stanford Institute for Economic Policy Research, California.
“En este punto, no obstante, el tamaño, el momento y el temor de talescambios son inciertos“, agregó.
En sus declaraciones, subrayó que “la política monetaria de los próximos pocos años dependerá de distintos factores, y la parte fiscal es apenas uno de ellos”.
Asimismo, dijo que “la fortaleza del crecimiento global también tendrá una importante incidencia” en las tasas de interés.
Alertó que “la amplitud de las sorpresas es considerable”, aunque no proporcionó detalles sobre el panorama mundial.
El mes pasado, el Comité de Política Monetaria de la Fed (FOMC) dijo que esperaba tres aumentos en las tasas en 2017, y Yellen reiteró que lo mejorera “ajustar gradualmente en el tiempo el paso de la política monetaria, una estrategia que debería mejorar la perspectiva de que la economía logrará un crecimiento sostenible”.
Cabe recordar que cuando Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos, quien estaba al frente de la Fed era Ben Bernanke, quien había sido designado en el cargo por George W. Bush y cuya principal tarea por aquel entonces era tratar de sacar adelante la pesada herencia de la crisis económica que estalló en 2009.
Cuando Obama accedió al poder, la economía estadounidense estaba a pasos de caer en una depresión, pero logró sobreponerse pues en muchos campos actuó en forma eficiente, con un Congreso que aprobó una serie de leyes clave y con el apoyo que le brindó la Fed y en especial su presidente.
Como contrapartida, Obama le proporcionó un sólido apoyo político, ya que incluso aprobó la reelección de Bernanke.