MERCADO GLOBAL DE BONOS

Según distintas opiniones del mercado la calidad crediticia de las grandes compañías norteamericanas se encuentra en riesgo porque se duda cómo evolucionará el crecimiento económico del país que  representa, dicho sea de paso, el mayor emisor de deuda corporativa  del mundo.

Y esto le importa al inversor global ya que una eventual caída en los ratings corporativos, y por tanto  en el precio de los títulos, afectaría el monto de su patrimonio.

La realidad es que el apetito por dichos bonos mantuvo el vigor  a pesar de sus paupérrimos  rendimientos. Así que en  el primer trimestre de este año se batieron todos los records de ventas de dichos activos financieros.

Dicho de otra manera aunque las expectativas de retorno cayeron hasta un valor mínimo record de 3,26% anual (según Barclays Corporate Index) los inversores mantuvieron muy formes sus deseos de compra.

Y, además, tampoco se visualizaron  muchas mejores alternativas de riesgo en los cuales diversificar los riesgos y colocar el dinero.

Sin dudas que un importante factor que influyó en el rendimiento de los bonos corporativos fue la agresiva política de la Reserva Federal norteamericana, que inyectó gran cantidad de dólares en los mercados internacional a tasas cercanas a cero, como una estrategia central para que su país revitalizara la economía luego de la crisis del año 2008.

En ese sentido cabe recordar que dicho Banco Central impulsó dos rondas de emisión de dinero barato durante los años 2009 y 2010, pero además dejó en claro su voluntad de mantener los tipos de interés en niveles muy bajos hasta que mejoren los niveles de empleo y la economía logre despegar, lo cual estimó sucederá recién en el año 2014.

Así que, en la búsqueda del mal menor, muchos inversores se deprendieron de bonos del Tesoro, los de 10 años hoy rinden 1,86%, y buscaron posicionarse en riesgo corporativo que al menos duplique ese magro retorno.

Y también tales  expectativas de bajas ganancias impulsaron el crecimiento en el precio de algunos commodities y  las acciones del mercado americano.

Entonces, por ejemplo, desde principios del año 2012 el oro ganó un 6% de valor y el índice accionario S&P trepó casi 8%.

Y  muchos analistas coinciden que las acciones corporativas americanas continúen su ascenso durante los próximos meses, ya que las empresas profundizarán sus recortes de gastos en la búsqueda de obtener mayores utilidades.

Sin embargo otros especialistas del mercado creen que la débil recuperación de la economía americana, que aún mantiene muy alto desempleo y resabios de bajas en los valores de los inmuebles, es tan débil que impactará en la calificación-y los precios- de los bonos corporativos americanos en el largo plazo.

En otras palabras costará salir del pozo que generó la depresión económica post crisis del año 2008 y los efectos de tal situación podrán empeorar los balances de muchas corporaciones americanas en el futuro.

Y la razón de tal pronóstico negativo se basa en que existe incertidumbre y duda en relación a si el crecimiento de la economía de los EEUU-  el mayor mercado del mundo- puede empujar  con intensidad suficiente la locomotora de la economía global.

Por lo tanto tales temores acerca de los que vendrá tiene el poder suficiente para afectar las expectativas, y por lo tanto la calificación, que existe sobre todos los sectores productivos- públicos y privados- de la economía estadounidense.

Porque el costado positivo de los esfuerzos que realizó el gobierno de EEUU para estimular la economía-que claramente impidió una recesión más profunda- también tendrá que enfrentar el lado negativo de dicha decisión.

Y este  se refiere a las dudas sobre el desempeño futuro de la producción y el consumo americano una vez quitados los estímulos fiscales.

Dicho de otra manera el alto déficit fiscal de los últimos años generó un impresionante nivel de endeudamiento gubernamental que  pesará por mucho tiempo y, en algún momento, requerirá recortes de gastos para recuperar el balance perdido.

Y eso aunque los mercados todavía esperan que para mediados de este año, elecciones mediante, la FED vuelva a premiarlos con una nueva dosis de dólares baratos.

Por tanto, y a pesar de los signos recientes de mejoras económicas, más temprano que tarde los norteamericanos  tendrán que buscar la forma de resignar la actual laxitud de su política monetaria.

Y de la habilidad con que logren manejar dicha  coyuntura dependerá, además de su propio bienestar, el impacto que se sentirá en los demás mercados globales.

Veamos un ejemplo autóctono para ampliar lo anterior.

La soja cotiza hoy por encima de los USS500 dólares la tonelada. Pero seguramente en dicho precio influye la variable especulativa, por lo que su valor para la “economía real” se ubica bastante por debajo de ese número.

Dicho de otra forma hoy los grandes jugadores del mercado global pueden conseguir dinero casi sin costo para comprar y guardar soja a la espera que esta aumente su precio. Pero cuando la FED decida aumentar sus tipos interés resultará menos atractivo comprar el commodity para especular con su apreciación futura.

Luego el valor de la soja deberá acomodarse a valores más cercanos a una nueva  realidad de menor exceso de liquidez de fondos.

Así que habrá que ver como se comportarán los distintos agentes económicos y mercados cuando se encienda la aspiradora de fondos en el mundo.

Por todo lo expuesto, y hasta tanto se aclare si la producción y el consumo norteamericano son capaces de vivir sin el “respirador artificial” de la emisión monetaria casi sin costo para las empresas tomadoras de créditos,  muchas grandes corporaciones americanas se encontrará bajo la lupa de los inversores y de las, llamadas, Calificadoras de Riesgo.

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