Durante las últimas semanas en los mercados se mezclan distintas sensaciones, producto de datos contradictorios de la economía global.
El dólar se fortalece y la bolsa americana continúa aumentando su valor, pero los débiles índices de recuperación en la economía del país hacen que muchos se pregunten qué tan cerca se está del fin de este ciclo de subas.
Otro dato importante a tener en cuenta es que China abandona definitivamente las tasas de crecimiento cercanas al 10% y se sitúa en niveles 3 o 4 puntos porcentuales por debajo de aquel promedio de las últimas décadas y, a la vez, modifica la estrategia económica priorizando el consumo interno en vez de las exportaciones.
Mientras tanto, y del otro lado del océano, la Unión Europea desconoce cuál es el futuro de su economía ya que muchos de sus bancos se encuentran insolventes y se apuesta todo al éxito del plan “dinero fácil” implementado por el banco central regional para tratar de aumentar el consumo privado.
Sin embargo, distintas opiniones sostienen la conveniencia de hacer un supuesto “vuelo a la calidad” y posicionarse sólo en inversiones de los países llamados “maduros”.
Pero, en mi opinión y según lo expuesto, no existe “número puesto” ni “garantía de calidad” absoluta en ningún mercado hoy en día. Por tanto tener en cartera sólo activos dolarizados y del mercado estadounidense o alemán -los mejores calificados en el mundo- darían al inversor muy poca renta y sólo un relativo margen para colocarse fuera de eventuales bajas y sustos en el valor de su portafolio.
Además las inversiones conservadoras son útiles para aquellas personas que ya tienen un patrimonio y desean resguardarlo, pero para quienes busquen aumentarlo sólo queda el camino de tomar algún riesgo en las inversiones que se realicen, y así obtener algo de rentabilidad.
Para ello la clave es casi única: volcarse a los llamados mercados emergentes con una estrategia definitiva y clara en la búsqueda de ganancias, por lo cual habrá que tolerar algunas volatilidades.
Siguiendo esa ruta, y hablando de inversiones financieras, un lugar para mirar es nuestro mercado criollo, tanto en acciones como en bonos dolarizados.
Simplemente porque son pocos los lugares del mundo que ofrezcan un potencial de rentabilidad semejante y cuyo riesgo país -de casi 600 puntos sobre la cotización del bono americano- tiene más que nada condimentos subjetivos sobre una economía que necesita sintonía fina pero no cirugía mayor, algo en lo cual coinciden casi todas las voces de los presidenciables hasta ahora.
Y, a título de ejemplo, cabe mencionar que el Bonar 24 -dolarizado- , rinde cerca del 8% a mediano plazo. Eso quiere decir que, aún ante una baja en su precio, quienes lo mantengan hasta el vencimiento cobrarán la renta mencionada.
Así mismo las inversiones en pesos parecen atractivas. Por ejemplo los Bogar 18 (NF18) que rinden 8% + CER, permitirían obtener un 23% en pesos si se reconoce una inflación del 15% anual.
Y vale también una reflexión acerca del mercado accionario junto a la economía real.
Las acciones estrella – por ejemplo YPF, Pampa Holding, Galicia Francés, Macro- aún con volatilidad siguen su camino alcista. Y ello sucede entre otras razones por expectativa que las ganancias empresarias y la actividad económica también despeguen en algún momento.
Y ello traería como consecuencia la vigorización también de los activos tangibles, por ejemplo los inmobiliarios que hoy tienen menos fuerza y mayor dispersión en los precios que en otras épocas.
Y para enfocarse en esta actividad conviene pensar también que la vieja costumbre de comprar ladrillos sólo como refugio de seguridad tal vez esté un poco pasado de moda. Y convenga enfocarse en las múltiples variantes que hoy presenta ese negocio, que van desde la construcción individual pasando por los fideicomisos en barrios cerrados, edificios, cocheras, participación en hoteles a construir, solo por nombrar algunos ejemplos.
Como se ve existe un menú bastante amplio de oportunidades que, con distinto potencial de ganancia y riesgo, complementan las tradicionales apuestas financieras en los mercados maduros, que, alguna vez, se consideraron muy seguras y rentables pero hoy no lo parecen tanto.